¿Qué pasó con la violencia?

QUE nos agrada, nos atrae y seduce.
El hombre es violento por naturaleza. Portamos una herida abastardada, propia de nuestra raza, incurable con la sóla naturaleza humana, que nos lleva por pasillos oscuros de morbo y seducción.

Gritamos, chillamos, nos golpeamos y enfurecemos, cuando "disfrutamos" el amargo sabor del dolor, a través de la última "gran obra" de quién utiliza la violencia con descaro o hacia algún ser querido.

Pero es un quejido hipócrita, mercenario. Somos violentos en las calles de las ciudades, de los pueblos, de las aldeas; entre el tráfico que "anonimiza" la cobarde irresponsabilidad, o tras el velo traidor de la soledad, en páramos inaccesibles.

La vendemos.
La compramos.
La enseñamos una y otra vez, Por la televisión, la prensa, el oído y la palabra.

Educamos en violencia. Reprimimos con violencia. Desatamos toda violencia, borrando todo dique que pueda contener o encauzar las energías de los adolescentes, maduros y ancianos, bajo el grito farisaíco de ¡LIBERTAD!

¡LIBERTAD, LIBERTAD!
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